GARCÍA FREIRE, NATALIA
Nuestra piel muerta explora ese mundo íntimo, más perfecto que el humano y más sagrado que Dios.
¿Cómo se denomina al que regresa?, se pregunta Lucas cuando vuelve a casa, donde ahora viven dos desconocidos: Felisberto y Eloy. El regreso es una larga conversación con su padre muerto, un reproche, una invocación, una súplica. Su madre fue enviada lejos ya hace tiempo y en el jardín que tanto amaba ahora solo crece la mala hierba.
Ellos están ahí, viven con Sarai, Noah y Mara, las mujeres que lo criaron y que ahora, como todo lo que está dentro de la casa, les pertenecen. Contra su voluntad, Lucas se convierte en el testigo del derrumbe de lo que un día fue el pilar y refugio de su infancia: los cimientos y las paredes se desmoronan, los rincones acumulan podredumbre, la oscuridad lo cubre todo. Pero esa oscuridad es la que conduce a Lucas hacia el mundo subterráneo que ha sobrevivido a la invasión: el mundo de los insectos.