CYNTHIA RIMSKY M.
Ramal comienza y termina en la misma habitación de una vieja casa cercana a la Estación Mapocho, habitada por tres generaciones de sureños. El protagonista de estos viajes interrumpidos asume una doble misión: representar a un Estado que no sabe qué hacer con todo aquello y revisar las huellas de ese paisaje en su propia memoria.