BALDOMERO LILLO
Hubo una vez un rey tan poderoso que se enseñoreó de toda la Tierra. Fue el señor del mundo. A une gesto suyo millones de hombres se alzaban dispuestos a derribar las montañas. a torcer el curso de los rios o a exterminar una nacíon. Desde lo alto de su trono de marfil y oro, la Humanidad le pareció tan mezquina que se hizo adorar como un dios y estatuyó su capricho como única y suprema ley.